Opinión, Reflexión

El pequeño gesto que puede cambiarlo todo: ¿por qué cuesta tanto apoyar a las pequeñas marcas?

Vivimos en un momento donde todo pasa por las redes sociales. Ahí es donde se construyen (o se hunden) proyectos, sueños, y realidades. Pero a pesar de pasar horas deslizando el dedo sobre la pantalla, parece que apoyar a las pequeñas marcas con un simple «me gusta» sigue costando más de lo que debería. Puede sonar exagerado, pero no lo es: cada «me gusta», cada comentario, cada vez que compartes una publicación, estás ayudando a que ese proyecto —que probablemente no cuenta con un equipo de marketing millonario detrás (probablemente sea UNA persona para todo) — tenga una oportunidad de ser visto. En el brutal ecosistema digital actual, la visibilidad no es un lujo, es cuestión de supervivencia. Mientras tanto, las grandes marcas no necesitan tu like: ya tienen presupuestos gigantes, influencers pagados, algoritmos dopados a golpe de publicidad. Las pequeñas empresas, en cambio, dependen de un apoyo real, humano. Y no estamos hablando de un gran sacrificio: estamos hablando de un segundo de tu tiempo. De un gesto que no te cuesta nada y que puede significar muchísimo. Apoyar a una pequeña empresa no siempre pasa por comprar sus productos (aunque si puedes, mejor). También pasa por estos microgestos: interactuar, recomendar, dar visibilidad. Es una forma de construir una economía más justa, más diversa, más local. Entonces, ¿por qué nos cuesta tanto? Quizá porque hemos normalizado consumir sin pensar. Quizá porque no nos han enseñado que también somos responsables de qué tipo de mercado queremos construir con cada pequeño gesto. -> La próxima vez que veas una publicación de una marca independiente que apuesta por hacer las cosas bien, no te quedes mirando. Dale un «me gusta», comenta algo, comparte. No porque sea gratis (que lo es), sino porque el mundo necesita menos grandes gigantes indiferentes y más proyectos valientes. Cada clic cuenta. Y cada indiferencia, también.

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De la revolución industrial a la economía de casino o porqué es imposible pagar la calefacción aunque hagas horas extras.

Nos vendieron que si estudiábamos, encontraríamos un trabajo digno, que nos permitiera promocionar, mantener una familia y sentirnos productivos. (Spoiler: JA)La realidad hoy es bien distinta: la juventud se enfrenta a tasas de desempleo superiores al 24%, alquileres imposibles y sueldos estancados desde hace años. Ahora mismo, la economía gira en torno a conceptos ambiguos como criptomonedas, fondos buitre o NFTs, trabajados en oficinas de hierro y cristal, tan lejanas como incomprensibles. Mientras, el resto contamos monedas para llegar a fin de mes. El juego sucio de la especulación: vidas atrapadas en la ruleta. La economía ha dejado de medirse por lo que somos capaces de crear con nuestras manos para convertirse en una apuesta de casino. El esfuerzo sólo es marketing, ha pasado a un segundo plano frente al negocio fácil de inflar precios, especular con viviendas, terrenos o acciones, dejando un rastro de vidas rotas que a nadie le importan.Millones de personas sobreviven con contratos basura, mirando de reojo la escalada imposible del coste de vida, mientras el futuro se aleja cada vez más de sus manos, cumplir años, bienios, trienios, sexenios ya no te garantizan un sueldo decente, sino que con suerte te permite respirar, sin que la ansiedad te asfixie cada día.Jóvenes obligados a aceptar trabajos que no les permiten ni siquiera plantearse una vida independiente, familias enteras renunciando a sueños básicos como tener un hogar o llegar a fin de mes sin angustia. Y todo porque a quienes manejan el dinero les da exactamente igual si vivimos dignamente o no. No somos dignos porque no hemos hecho méritos, nos dicen…Es cuanto menos gracioso que luego digan que la juventud no tiene ambición, no quieren trabajar más de 40h/semanales…Todo son criticas, porque “los que mandan” no piensan que igual han despertado a la consciencia, que quizás las nuevas generaciones no están dispuestas a destrozar su salud mental (y física) a costa de los beneficios de otros.No entienden la renuncia silenciosa de toda una generación al no querer participar de una ruleta rota en la que la banca siempre gana. Los jóvenes no tienen casa, no tienen sueños, solo les queda transitar por un modelo productivo obsoleto que encima les insulta constantemente. Cuando dejamos de importar como consumidores, dejamos de importar como personas, ahora (también) quieren esclavos. Antes las empresas necesitaban trabajadores que cobraran lo suficiente para consumir. El círculo era sencillo: buenos empleos generaban consumidores satisfechos y comunidades prósperas. Hoy, eso es solo un recuerdo.Ahora las ganancias vienen de la especulación, y si no tienes para comprar, no pasa nada: los beneficios ya no vienen de ti, sino del juego perverso del mercado financiero.Este modelo, cruel y frío, nos convierte en meras piezas desechables. Ya no se trata de mantener un equilibro coste-beneficio, ni de la vida de la gente, sino de exprimir hasta la última gota de beneficio, aunque eso implique precarizar el empleo hasta límites insoportables, porque… sorpresa… siempre habrá alguien suficientemente desesperado para participar en su juego… esclavitud del siglo XXI. Pequeñas empresas: el alma arrebatada de la economía Antes, cuando paseabas por un pueblo, una ciudad, tu barrio, encontrabas panaderías que daban trabajo estable, tiendas familiares donde la atención era personal, y talleres que daban oportunidades a generaciones enteras. Las pequeñas empresas, el verdadero pulmón económico y emocional de nuestras ciudades, que ofrecían empleos reales, con rostro humano y condiciones decentes.Esas pequeñas empresas siguen representando el 99,8% del tejido empresarial español y generan el 62,1% del empleo empresarial del país, agonizan porque nadie legisla para ellas, la economía no se centra en esto, ahora se legisla de forma global para beneficiar a multinacionales gestionadas por fondos de inversión.Y sin embargo con cada pequeña empresa que cierra, mueren empleos dignos, muere la estabilidad económica de familias enteras, y desaparece la esencia misma de nuestra sociedad. Poder adquisitivo en picado: la realidad que duele Durante los últimos 50 años, aunque España ha experimentado fases de crecimiento económico, el poder adquisitivo de la población no ha aumentado. En la década de los 70, la inflación superó el 20% anual, erosionando el poder adquisitivo de las familias. Aunque desde los 90 hubo mejoras económicas, estas no se tradujeron equitativamente en los bolsillos de todos. Tras la crisis de 2008, la recuperación fue parcial, y hoy los españoles tienen un poder adquisitivo inferior al del año 2000.Las generaciones más jóvenes enfrentan ingresos inferiores a los de sus padres a la misma edad, con serias dificultades para acceder a vivienda y ahorrar se convierte en un imposible. La economía productiva como opción de resistencia. Pero en medio de esta tormenta especulativa, quedan personas que resisten día a día, que se levantan cada mañana con la incertidumbre del mañana clavada en los huesos, pero que no abandonan. Familias que hacen milagros con presupuestos imposibles, trabajadores que siguen dejándose la piel y la salud, pequeños comerciantes que no bajan la persiana por pura dignidad. Cambiar el modelo: romper el tablero La solución no vendrá de pequeñas reformas ni de discursos vacíos. Necesitamos un cambio radical que devuelva el valor al trabajo auténtico, a la producción real y sostenible. Tenemos que exigir que los políticos tengan el coraje de enfrentarse a este monstruo especulativo y recuperen una economía en la que las personas importen más que las cuentas corrientes de cuatro especuladores.Necesitamos exigir políticas concretas: apoyo real a pequeñas empresas, regulación efectiva contra la especulación financiera, fomento decidido de cooperativas y economía circular, e inversión pública para garantizar empleo digno. Si no somos capaces de romper este círculo perverso, seguiremos siendo las víctimas de un juego en el que nunca se nos permitió ganar. Recuperar lo humano: reclamar nuestra dignidad La economía debe volver a ser una herramienta que nos sirva a todos, cómo sociedad, no solo a quienes tienen los dados cargados a su favor. Merecemos empleos que permitan vivir con dignidad, calles llenas de vida con negocios que realmente aporten valor y una sociedad que vuelva a priorizarlo humano frente a la avaricia.Es tiempo de decir alto y

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Liderazgo feminista y el impacto positivo en los Premios Juana Millán 2024

El pasado 20 de noviembre, tuvimos el honor de recibir el galardón en la categoría Juana Naciente de los Premios Escuela de Emprendedoras Juana Millán 2024, un reconocimiento que trasciende la categoría empresarial para celebrar los valores de la economía social, solidaria y feminista. Esta experiencia no solo valida nuestro esfuerzo, sino que nos impulsa a seguir construyendo un futuro más inclusivo y sostenible desde nuestra cooperativa, Cocosint.

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Feminismo, Cooperativismo y Objetivos de Desarrollo Sostenible: Un Llamado a la Acción

El feminismo y el cooperativismo comparten una historia valiente y disruptiva, particularmente en la lucha por los derechos políticos y económicos de las mujeres. A través de las figuras históricas como Eliza Brierley y los movimientos como la Women’s Co-operative Guild, se demuestra que las cooperativas no solo han sido plataformas de igualdad económica, sino también trincheras de activismo político y social. Una Historia de Subversión y Poder Los Rochdale Pioneers y Eliza Brierley ilustran el papel subversivo de las cooperativas en la historia del sufragio femenino. Al otorgar el voto a las mujeres en entornos cooperativos mucho antes de que la ley lo permitiera en el ámbito público, las cooperativas desafiaron las normas sociales y políticas de la época, afirmando que la equidad y la justicia no pueden esperar el permiso de las estructuras de poder predominantes. Cooperativismo Moderno: Más Que Economía, Una Política de Cambio En el presente, las cooperativas no son solo entidades económicas, sino plataformas políticas que desafían las estructuras patriarcales y capitalistas. La adopción de políticas que priorizan el liderazgo femenino, aseguran la igualdad de salario y fomentan la participación equitativa en todos los niveles de la toma de decisiones, no es solo justo, sino un acto de reivindicación política. Nuestro Compromiso: Militancia y Movilización Nosotras somos militantes, alentamos a todas las compañeras a reconocer y ejercer su poder colectivo. No solo queremos promover la igualdad de género y la sostenibilidad ambiental, sino posicionarnos como un contrapunto al sistema. Consideramos que este enfoque es necesario para desencadenar un cambio estructural profundo y perdurable. No es suficiente cambiar cómo trabajamos; debemos cambiar el funcionamiento económico y social de forma sistémica. Este es el verdadero espíritu del cooperativismo interseccional: un compromiso inquebrantable con la justicia social, económica y ambiental, donde cada acción y cada decisión reflejan una política de resistencia y esperanza. De esta manera y a través del ejemplo queremos no es solo llamar a la reflexión, sino también a la acción. Juntas, podemos redefinir el futuro, asegurando que nuestras prácticas no solo sean sostenibles y equitativas, sino fundamentalmente revolucionarias. Fuentes: https://www.andaluciaescoop.org/las-mujeres-fueron-cooperativistas-antes-de-poder-votar/ https://www.co-operativeheritage.coop

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Desmontando Nuestra Realidad: Las Malas Prácticas Empresariales como Norma

En una economía globalizada, las prácticas empresariales que priorizan la maximización del beneficio por encima del bienestar humano y ambiental se han normalizado hasta puntos absolutamente inhumanos. Este fenómeno no es sino el reflejo de una sociedad que podría estar perdiendo de vista sus principios morales.¿Es acaso la normalización de las malas prácticas empresariales un síntoma de una sociedad enferma? Una Sociedad Desvinculada de sus Impactos Las empresas operan dentro de un sistema que recompensa el cortoplacismo, vinculado al coste de consecuencias a corto plazo. En esta carrera hacia los beneficios económicos, los impactos negativos —sean sociales, ambientales o éticos— son vistos como efectos colaterales manejables en lugar de problemas fundamentales a resolver. Esta tendencia sugiere una desconexión preocupante dentro de nuestra sociedad respecto a las repercusiones de nuestras acciones. Síntomas de una Sociedad Enferma La aceptación generalizada de prácticas empresariales nocivas puede verse como un síntoma de problemas más profundos en la sociedad: Enfrentando el Diagnóstico Identificar estos síntomas es el primer paso para tratar la enfermedad subyacente. Requiere un cambio tanto en la mentalidad individual como en las estructuras colectivas: La normalización de las malas prácticas empresariales no sólo refleja un síntoma de una sociedad potencialmente enferma, sino que también plantea un desafío moral y ético. Enfrentar este desafío requiere un esfuerzo colectivo para reimaginar y reformar nuestro sistema económico y nuestras prácticas culturales, con el fin de restaurar la salud de nuestra sociedad y asegurar un futuro más justo y sostenible en su conjunto.

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Desafíos y Oportunidades en la Transformación de la Moda Europea

La transformación hacia una moda más sostenible en Europa representa un momento crítico de reflexión y acción no solo para los productores y consumidores, sino también para todos los actores involucrados en la cadena de valor de la moda. El Pacto Textil 2030, la Responsabilidad Ampliada del Productor (RAP), la Directiva Green Claims, y las regulaciones sobre sustancias químicas y microplásticos, son pasos en la dirección correcta, pero también revelan las complejidades y desafíos que enfrentamos en este camino hacia la sostenibilidad.+ Info Pacto Textil 2030: Estrategia Textil 2030 – Slow Fashion Next Desde una perspectiva crítica y personal, estas iniciativas, aunque ambiciosas, plantean preguntas fundamentales sobre la efectividad y equidad de su implementación. El Pacto Textil 2030, por ejemplo, es un compromiso admirable para reducir los residuos textiles y promover prácticas de diseño ecológico. Sin embargo, la verdadera pregunta es si estas regulaciones serán suficientes para combatir la cultura de la moda rápida, que está arraigada en la producción masiva y el consumo desmedido. La prohibición de destruir productos no vendidos es un paso hacia la responsabilidad ambiental, pero ¿cómo abordaremos el problema subyacente de la sobreproducción? La RAP (La Responsabilidad Ampliada del Productor (RAP), introducida por la Comisión Europea, obligará a los fabricantes de moda a responsabilizarse del destino final de sus prendas, promoviendo el reciclaje y la reutilización de textiles. Este enfoque alinea a la industria de la moda con sectores como el de las pilas y el vidrio, donde el principio de «quien contamina, paga» ya está establecido​), enfatiza la importancia de la responsabilidad del productor hasta el final de la vida útil de los productos. Esta medida es crucial para promover una economía circular, pero también debe ir acompañada de estrategias y sistemas que faciliten a los consumidores la devolución o el reciclaje de los productos de manera conveniente y accesible. De lo contrario, el riesgo de inacción por parte de los consumidores podría limitar su impacto. La Directiva Green Claims busca abordar el problema del «greenwashing», ofreciendo a los consumidores información transparente y verificable sobre las afirmaciones ecológicas. Aunque esto es esencial para construir la confianza del consumidor, también es importante que se establezcan criterios claros y uniformes para estas certificaciones. La diversidad de etiquetas y certificaciones puede resultar confusa para los consumidores, diluyendo el impacto de estas medidas. En cuanto al manejo de sustancias químicas y microplásticos, es evidente que necesitamos un enfoque más riguroso y global. Las regulaciones deben ser lo suficientemente fuertes para no solo limitar el uso de sustancias nocivas sino también promover activamente alternativas más seguras y sostenibles. En este contexto, es crucial que todos los actores de la industria de la moda adopten un enfoque crítico y proactivo hacia la sostenibilidad. Esto significa no solo cumplir con las regulaciones, sino también cuestionar y transformar las prácticas actuales, buscando constantemente innovaciones y soluciones que promuevan una industria de la moda verdaderamente sostenible y justa. Como participantes en esta industria, debemos ser críticos de las soluciones propuestas y conscientes de su impacto real. Es nuestro deber no solo seguir las regulaciones sino también ser agentes de cambio, desafiando continuamente los límites de lo que es posible en la moda sostenible. Esto implica colaborar, innovar y educar, con un compromiso genuino hacia un futuro en el que la moda no solo sea hermosa, sino también buena para nuestro planeta y para las personas que habitan en él.​​

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La culpa fue del chachachá, pero tuya, sobretodo tuya.

Paternalismo, racismo y corporativismo en el fast fashion. (Parte I) Por motivos laborales, en los últimos tiempos, una de mis tareas es asistir a ponencias, eventos, etc, mayormente sobre Moda Sostenible, que es lo que nos ocupa.En general son marcas grandes, a veces periodistas o agentes sociales varios. Y hay algo que me preocupa muchísimo del discurso que vengo oyendo últimamente. Un discurso, que si bien no me sorprende de representantes del fast-fashion, me ofende sobremanera de la prensa, una prensa que se me hace poco critica al enfrentarse a estas figuras, una prensa que supongo mama de esa misma filosofía. El mensaje que huelo, que recibo es: La solución al brutal problema de la sobreproducción textil en el mundo es la educación del consumidor. El problema es el hiperconsumismo. Y chinpúm. Incluso he llegado a escuchar: El problema es que la gente tiene mala salud mental y curan su ansiedad comprando ropa barata. Wow…. x3 Es decir, el problema no es la sobreproducción de las grandes marcas de fast-fashion, ni que fabriquen en penosas condiciones medioambientales, tampoco que exploten a personas que no tienen más opción (ni por supuesto ignorarlas una vez estás personas reivindiquen condiciones algo más dignas cómo actualmente está pasando en Bangladesh) El problema eres tú y tu ansiedad. Educar está bien, muy bien. Demostrar que con menos nos basta, está genial. Esta es nuestra forma de funcionar. Fabricar menos y mejor, poniendo la calidad por delante de la cantidad. Pero no nos engañemos, este mensaje no le interesa al fast fashion. A una industria cuyas marcas lanzan 54 colecciones al año. Una industria muchimultimillonaria que te ofrece unas condiciones laborales nefastas y luego te rellena esa ansiedad con prendas de mala calidad que con suerte durarán una temporada o dos en el armario. Y además te echan la culpa de ello. Incluso he escuchado decir que no podemos poner limites a estas empresas porque si dejan de fabricar en países del tercer mundo esto afectará a su economía y los hundirá.Respecto a este argumento, lo que más me horrorizó fue escuchar a un agente social decir que la solución no pasa por sacar a una industrial malévola de allí, sino convencerlas de mejorar las condiciones allí, y que estas empresas occidentales ayuden allí. Wow, wow…. Es decir, la solución es que el hombre blanco y su inmensa generosidad mejoren allí las condiciones, no sea que ellos se ocupen de su economía y su industria, porque no saben… Lo más ofensivo de esto es que quién lo dice no sea consciente del nivel de paternalismo y racismo que estas palabras conllevan. Podía haberme callado, no escribir esto, darme unas palmaditas en la espalda y seguir funcionando sin decir nada…. pero quienes me conocéis sabéis que no es mi estilo…. Continuará…

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